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LOS DOCE PRINCIPIOS DE LA LIBERACIÓN DEL HOMBRE

Introducción

Las personas pasamos por la vida sin tomar consciencia de que andamos completamente equivocados, completamente ciegos, en cuanto a las funciones que debemos desempeñar. Constantemente estamos violando todas las reglas, principios que rigen todo el funcionamiento de nuestro mundo:

Esto no lo hacemos de forma consciente, sino inconscientemente. Inconscientemente hacemos daño a otros, tomamos cosas sin pagar el precio justo por ellas, perseguimos fines que se convierten en nuestros amos y que nos convierten en máquinas, corremos detrás de placeres convencidos de que estamos actuando bien, cargamos con conflictos y contradicciones que nos llevan a cometer los mismos errores una y otra vez. Todas estas cosas y muchas otras nos llevan a equivocaciones constantemente y nos provocan retrasos en el desarrollo de lo que verdaderamente deberían ser nuestros pasos por la vida.

Nosotros creemos que lo estamos haciendo bien, que lo que estamos haciendo es lo real y lógico. Creemos esto porque las demás personas también hacen lo mismo, persiguen las mismas cosas, son esclavos, no miden el daño que pueden causar, etc., no nos damos cuenta que ellos también están equivocados y están cometiendo cada vez los mismos errores.

Esta forma de actuar está tan arraigada dentro de nosotros, que creemos en ella y la ponemos en acción a cada momento. Nos la han inculcado nuestros padres, maestros, el  medio en donde nos desenvolvemos, los medios de comunicación, nuestros amigos etc…

Por otro lado, ellos a su vez han sido también bombardeados y obligados a ver la vida de una forma totalmente distinta a la real, a la que nos proporcionó nuestro creador.

 El hombre se ha divorciado de las virtudes y por ello se apartó también de la pureza y gloria del padre Creador. Sus sentidos se han dejado seducir por placeres externos (colores, sonidos, sabores, etc...). Por otra parte se ha dejado inducir por simpatías para juzgar las cosas (agrados o desagrados, conveniencias o repugnancias, etc...), cometiendo errores producto de la subjetividad y de la parcialidad. Así se ha ido formando un conjunto de criterios y de costumbres que son falsos y perniciosos los cuales pasaron a regir en su mundo.

El hombre debe tratar de regresar a ese camino del cual se separó, ya que este representa la única vía por medio de la cual él puede llegar a saber el porqué de su existencia, la función que debe desempeñar y la forma como la puede llevar a cabo. Este camino le proporcionará las herramientas necesarias para realizar su obra y emerger de la oscuridad y de las cenizas a la Luz y al limpio conocimiento divino.


El hombre se ha disociado, por otro lado, de su entorno, del medio que le rodea, de la naturaleza y de la humanidad, creyéndose una entidad separada de todo y que nada tiene que ver con el resto de las cosas y seres que le acompañan. Esta disociación es causa de grandes trabas en su evolución, ya que dicha evolución solo se realiza en todo el conjunto de los seres y las cosas existentes. No puede haber evolución alguna cuando el Hombre olvida otras cosas y se concentra en si mismo o en lo que él cree que será su propia evolución.

Debemos valernos del discernimiento y en toda situación tratar de ver la verdad que está detrás de todas las cosas. Este discernimiento nos ayudará a adaptarnos a cualquier situación, a evitar todo tipo de contradicciones y a realizar sólo actos unitivos que nos lleven a religarnos con nuestro padre.

Es por ello que se hacen necesarias herramientas que nos faciliten ese trabajo, que nos allanen el camino por recorrer, para lograr servir al plan divino, entrando en el justo sitio que nos corresponde.

El estudio de estos principios y el poner en práctica los ejercicios planteados, constituye una gran enseñanza que redundará en el beneficio de toda la humanidad, ya que nos ayudará a obtener libertad, creando el espacio necesario tanto para nosotros como para el resto de los seres que nos acompañan.

Estos principios representan para el hombre una esperanza y una seguridad; la esperanza de que, realizando cambios en su vida, esta mejore y se convierta en un verdadero gozo y la seguridad de que de esta forma se estará reencontrando con el Creador y con su Propia Esencia.