4a Dimensión del Conocimiento de sí mismo
Cassette
Nº 10 Lado “A”
¡ PENSAMIENTOS –
MEDITACIONES !
Lo que nos hace fracasar, lo que nos causa obstáculos, son
los disgustos, las tribulaciones que traban nuestra marcha. La sociedad, las
personas hostiles, los contratiempos, los acontecimientos contrarios, la vida;
todos estos son estorbos que vienen del exterior, fuera de nuestro control,
fuera de nuestra responsabilidad. La
sufrimos injustamente, según nosotros.
¡Ay! Hombres de poca fe, nihilistas perezosos que prefieren
acusar al destino, al mundo exterior, a todo el universo, menos a ustedes
mismos. Hablan con autoridad, audazmente. Dicen: emprenderé esto, venceré
aquello, construiré lo otro, transformaré lo demás. ¡Míreme, bien!. Todas las fuerzas, serán proyectos
enérgicamente expuestos con poderosas palabras. El auditorio: aprueba, adula,
discute, niega, se opone, combate, las horas, las semanas, los meses, los años
pasan inexorablemente.
El orador inflamado, se ha agotado
en duelos verbosos. Sus planes geniales, tan precisos, completos, listos, tan
largamente edificados, rectificados, reajustados, perfeccionados, se han
transformado, para adaptarlos a nuevas condiciones, nuevos medios, nuevos
tiempos.
Acontecimientos imprevistos, han
revuelto las concepciones, que ha sido necesario revisar. Oportunidades han
surgido, pero el hombre, las ha juzgado demasiado arriesgadas. Ha retrocedido
atemorizado, ha discutido, ha solicitado consejo de hermanos habladores. Ha
escuchado las opiniones las más diversas y su ímpetu se ha dispersado, se ha
diluido, ha divergido. La duda y el
escepticismo, lo han insidiosamente intoxicado.
La razón ha matado a la intuición.
Se ha creído más fuerte que la Ley
anterior que le aconsejada tan providencialmente, durante sus largas y
solitarias meditaciones, de antaño. Ha
querido tener contacto con la multitud y
se ha ahogado en ella. Un náufrago, entre los náufragos; ¡no' Este hombre, es de otra categoría. Ha caído en el abismo y yace en el fondo.
Contempla y comprende, lo sublime
de las alturas, a las que había llegado.
No puede mas arrastrarse entre los
miasmas del abismo. Sus pulmones han probado el
aire del espacio y quieren una alimentación más pura. ¡No!. Va a
levantarse y a huir de ese sombrío valle frecuentado por seres impuros. Va a volver a
emprender, la penosa, árida y
espinosa ascensión. Allá abajo, su cuerpo puede gozar de todos los placeres,
saciarse, satisfacer todos sus deseos de voluptuosidad, de placeres, de
concupiscencias, amigos, mujeres, parientes, hogar confortable, comodidades
sociales. Está fuertemente tentado, a
quedarse, a vivir como todos sus semejantes, pero sus ojos están fascinados por
el cielo, cuya mancha azul aparece muy reducida desde el fondo de su abismo,
¡demasiado reducida! Y piensa, que a medida que escalaba las pendientes del
pasado, el paisaje celeste se ensanchaba continuamente.
¡Ya está! ¡Volvió a partir! El camino puede ser más penoso, más arduo que
la primera vez. El entusiasmo y la
alegría no irradian tan ardientemente de su cara. Está serio, tranquilo, ponderado, sosegado,
sobrio de manifestaciones exteriores, menos impulsivo, pero su mirada, casi
fija, expresa una profunda determinación, una experiencia de consciencia
madura. No se entretiene más, como la primera
vez, en mirar las flores, las mariposas, los insectos, los animales juguetones
perseguirse. No ve tanto el semblante inocente, superficial, divertido de la naturaleza.
Las penas y las traiciones han
despertado en él, la facultad de profundizar.
Por todas partes, ve la sombría y
mortífera lucha de éste mundo, donde el
cuerpo no conoce más que sus necesidades y sus apetitos. Es la lucha del más fuerte, es la destrucción
del débil. El hombre, abate al bosque
para aprovechar lo más posible. ¡Aja!.
Nuestros descendientes se la
arreglarán. Allá abajo, el valle saturado de humo y de polvo; se oye como un
soplo de sirenas, de pitos, todo el horrible bullicio, de una generación
envilecida y vendida a la materia. Por las noches,
algunos puntos luminosos, evocan para él, la muchedumbre esclava, dejando la
servidumbre del trabajo vano, de una falsa civilización para precipitarse
frenéticamente a los placeres fáciles. El círculo infernal, de un
embrutecimiento a otro. Se encuentra sólo y
abandonado. Esta ha sido una de sus primeras impresiones. Otro de sus
primitivos sentimientos, el de una liberación, de un alivio, de una paz, de un
reposo. Ahora siente el despertar de algo mejor.
Primeramente,
es como si hubiera cambiado de hogar.
Empieza a familiarizarse con su
nuevo medio, que le parece más bien como una antigua familia, de la que hubiera
desertado, para gozar del mundo y a la que vuelve arrepentido; Un hijo pródigo,
vuelve a encontrar su casa, sus padres, hermanos, aquel bosque, aquel monte,
aquel arroyo, aquellos pajarillos. Por la noche, tarda en dormirse. A cada reposo del sol, él descubre, vuelve a
descubrir nuevos y viejos conocimientos, nuevos y viejos amores... Sólo, cuanto
le había embelesido la ciudad, las primeras noches se encontró sólo y perdido;
pero empieza ahora a comprender, que era la ciudad, la que le había hecho
huérfano.
Vuelve a tener contacto con la tierra, de donde vuelve a empezar, a sentir brotar la vida, una fuerza
inmóvil, una reserva de vida, donde su
sangre asegura la circulación ininterrumpida con el aire, por medio de sus
pulmones. La vegetación agreste, el
ardiente fuego solar derrama, sus inagotables fuerzas de vida, sobre la tierra
hormigueante de seres, su pensamiento penetra y atraviesa las capas de la
tierra tan espesas o tan delgadas como puedan, ser para contemplar la bola de
materia en fusión. Comienza a sentir latir su corazón, al ritmo de todo y de
todos; ya está en su casa. Ahora se siente revivir en la casa paterna y
comprende que jamás debió abandonarla.
Para hacerse perdonar, él predica a los montañeses, lo que ha aprendido
en el transcurso de sus múltiples experiencias, les enseña a comprender su
fortuna, les dice que sólo ellos, son verdaderamente felices. Siembra la alegría y la esperanza a profusión como las
recibe. Les descubre el falso semblante,
la apariencia engañosa del espejismo seductor de la existencia artificial y
adulterada, donde los hombres se corrompen y se contaminan en vasos cerrados,
faltos de aire puro y de espacio.
Les incita a gozar plenamente de la existencia libre de los
seres simples y buenos, como los pajarillos que no cesan de cantar en cuanto
escapan del cautiverio. Les describe los rostros marchitos, cansados y tristes
de los que trocan su independencia por un ilusorio confort. Las luces de las
ciudades son acechanzas para aturdidas mariposas y desprecio de los hombres
sensatos. Anteriormente,
se sobrecargó con pesado equipaje, uno a uno abandona hoy, cada objeto, al que
se sentía tan apegado antes. Se aligera
hasta de sus vestidos. Se siente más
vigoroso v más resistente a las intemperies.
La horrible grasa que le entorpecía, ha hecho plaza a músculos firmes y
flexibles, sus formas se han afinado.
La fatiga, no
detiene más su marcha, como sus primeros esfuerzos. Ha dejado hasta la
preocupación de su comida, se acomoda a lo que el azar le aporta, se divierte
hasta lo imprevisto en todas las materias.
Duerme en una majada, en una
gruta, en una cabaña, en una casa confortable.
Ha vuelto a recordar antiguos refranes, cantares de los más
olvidados. Canta a la gloria de la
creación, de las criaturas, y del creador. A veces, su voz llega a tal pureza
de modulación, que le hace conmoverse y sentir lágrimas correr por sus curtidas
mejillas. Por todas partes por donde pasa, instruye por el placer, de
hacer aprovechar a cada uno, de la amplitud de los conocimientos que adquirió,
a lo largo de sus interminables peregrinaciones, pero se siente casi
avergonzado, de tener que pagar así, la hospitalidad generosa que se le ofrece,
porque, su espíritu apto para comprender y acostumbrado a asimilarlo todo,
capta y se enriquece más, de lo que prodiga.
Ninguna rama
del conocimiento le es indiferente, su pensamiento siempre en actividad,
busca y trata de comprender y de
instruirse. En la noche, cuando su cuerpo, su vehículo, recupera sus fuerzas, en una completa
inactividad, él, su espíritu, prosigue tal vez aún más, intensamente su
investigación insaciable. Quiere saberlo
todo, aspira al todo, al absoluto.
Esta vez ha
llegado a las nieves de las cimas. A simple vista este nuevo mundo le parece
sin vida, nada de comida, agua helada y un frío mortal. Sin embargo, tiempo ha
que evolucionaba allá por las alturas y no se encuentra tan sorprendido. El silencio es solemne, solo percibe el suave
roce de sus pasos, hundiéndose en la pura y blanca virginidad. Se detiene un
instante impresionado por la majestad y la potencia que reina en estas
soledades. Ahora, no oye más que el sordo zumbido del torrente que ya no puede
ver, por estar su lecho profundamente encajonado en la roca, como si la montaña
estuviera cortada.
A lo lejos, una
minúscula cascada que debe ser gigantesca.
En lo alto, aunque le parezca imposible, que ningún otro ser haya
llegado a mayor altitud que la suya, un cóndor, que se tomaría por una
golondrina planea por los aires y reposa inmóvil, sobre sus alas. Nieblas o
nubes que no consigue distinguir, asedian y rodean picos sombríos y blancas cimas. Se siente pequeño, débil,
insignificante. Una hormiga perdida en
un desierto, sin embargo, hace tiempo
que ya vive entre las nubes.
No es un
extranjero, no es un turista, ni siquiera es un viajero. Él, el incesante nómada, es de aquí, de la
naturaleza, de lo aislado, de lo inmenso, de lo ilimitado. Se siente aclimatado, adaptado, encamisado,
ya no se deja engañar, por la aparente hostilidad de los elementos. Ha llegado puro al gran templo. Puede afrontar lo inmenso, se ha despojado de
todas las pequeñeces, como el carnero deja lana, por los zarzales por donde
pasa. Así, las penas, las aflicciones, los sufrimientos, las laboriosas
ascensiones, han arrancado la impureza que antes tenía.
Vuelve a
emprender la marcha, se siente más seguro, animado; no es un mendigo que
llega ante un palacio, es un elegido, entrando en posesión del puesto que se le
debe, al cual ha sido asignado. Ya no se
siente pequeño, ya está a gusto, ha subido un nuevo escalón. Ya no volverá a
las cordilleras medianas, no tiene ningún deseo de volver a empezar, la
monótona subida y bajada de cuestas. Ha llegado al más alto grado de nuestro
mundo.
La llanura ha
desaparecido hace tiempo, bajo el espeso mar de nubes, la atmósfera, es de tal
sutilidad que parece inexistente. El
frío debe ser muy rudo pero no lo siente,
su estómago debe estar vacío, pero no siente hambre de alimentación
material. El cielo, de un azul
indecible, tan sereno, tan apacible, alimenta su alma de un inmenso deseo de
absoluto, de una volición mística de plenitud y de aniquilamiento, de completa
liberación, de paz, sus brazos se abren como alas. La pura y blanca nieve acoge y conserva el leve cuello
de la crisálida de donde salió la mariposa, como un testimonio de la existencia
de un alma predestinada que ha llegado a despojarse de sus errores y de sus ilusiones.
Todo esto, lo
ha vivido por anticipado, se ha visto sobre la inmensa ruta que se alarga ante
él, interminablemente, pero, por su propia culpa. Él lo reconoce. Se encuentra aún, entre las
garras del monstruo social, el infierno de los que no tienen el valor de
liberarse. No quieren permitir a nadie que se emancipe. Somos esclavos,
pero debéis serlo también. Demasiado
envilecidos por escalar las cimas, se esfuerzan por rebajar a su nivel, a todos
los que están por encima de ellos.
Logran a veces lo que quieren. De
verdad, ellos al menos lo creen. El elefante renuncia a tener progenie en el
cautiverio. La llama se acuesta y se
deja morir, cuando el indio la maltrata. El verdadero indio libre, soporta
flemáticamente las torturas más horribles y no se rebaja nunca a pedir la
Vida. El albatros, no toca el suelo más
que para morir. La golondrina muere en cautiverio, como el águila y todos los
seres con instintos libres. La
tuberculosis, el cáncer, la sífilis, la confusión, las guerras. A todo esto la
gente los llama calamidades. ¿No será más bien que su extensión proviene del
despotismo gubernamental y social?. Que por la primera vez, en la larga historia
de los pueblos de nuestro planeta pretende ¿controlar, registrar, dirigir y
someter a sus leyes y caprichos a todos los seres vivientes de la tierra?
¡Hum! Una sociedad
que hasta pretende dominar a la naturaleza y violar las leyes cósmicas. Todas
esas pretendidas calamidades y la constatación hecha con frecuencia, de que los
mejores se van. ¿No son acaso indicios, de que la tierra se hace cada vez más
inhospitalaria, para la evolución de las almas de elite?
Los buitres se han
abatido sobre el globo y dicen "Dominamos al mundo, esclavizamos aún, a la
naturaleza". Sin embargo, el sol sigue resplandeciendo, el grano de arena,
que representa para él nuestra tierra, un átomo entre los átomos, no ha
cambiado. La Vida prosigue su curso eternamente, nada ha cambiado. Las almas
continúan sus evoluciones, caen en la ilusión de la materia, se liberan,
vuelven a ceder a la atracción inferior, circulan de una experiencia a otra,
llegan, se pierden, caen en las tinieblas, se encogen y sujetan a cuerpos
estrechos, se entorpecen con deseos groseros, sufren, gimen, lloran, se
regeneran, expían sus faltas, se purifican para finalmente, reintegrarse en el
todo, de donde pretendían separarse.
¡Pues sí! Nuestro hombre, encontró mucha gente sobre su
camino. Amigos, almas caritativas, buenos consejeros, simpatías, pero cuantos
semblantes falsos, Dios mío, cuantas veces su alma cándida, ingenua, inocente,
y noble, consciente de su bajeza y de su iniquidad.
¿Cuántas
veces ha creído encontrar almas superiores, caritativas, compasivas, maternales
y fraternales?. ¿Cuántas veces ha mirado el mundo a través de sus ojos
límpidos, claros, transparentes?.
¿Cuántas veces ha juzgado a su prójimo como un semejante
suyo, tan honesto, tan
profundo, tan comunicativo y tan
generoso como él?
¿Cuantas veces
hasta se ha creído indigno de las buenas palabras que le prodigaban personas de
aspecto tan superior?
¿Cuántas veces
entonces, se ha confesado, rebajado, humillado, exagerando sus faltas, sus
debilidades, sus pecados, sus manchas?
¿Cuántas veces se
ha confiado completamente, llevándoles su sed, hasta acusarse de falsedad y su
ardiente deseo de purificación?
¡Pobre alma extraviada! Violento de palabra, algunos le acusaban de
odio, de violencia y de maldad, porque se erizaba exteriormente, contra la
espantosa injusticia de los hombres, gritándoles injurias contra su falsedad y
su hipocresía. Parecía un erizo, un oso
o un elefante, algo terrible de apariencia. Los demás, le hablaban con tanta simpleza y dulce
persuasión, con argumentos tan sentimentales, que sus propósitos
revolucionarios, le hacían ruborizarse.
Eran tan dulces, tan suaves, tan sedosos, tan tiernos y tan afectuosos
en sus palabras. Esos magníficos gatos
aterciopelados, estaban llenos de apacible indulgencia para todo y para todos.
¡Ternura aparente!
¿Cuántas veces las
ovejas caen bajo el cuchillo de los hombres, reyes de la creación, o bajo las
garras de los tigres, reyes de la jungla?. ¿Cuántas lágrimas y cuántas
sublevaciones, antes de llegar a comprender, que este mundo, este átomo, no es
más que una insignificante estación, sobre la ruta infinita de la evolución?.
¿Cuántos desgarres, antes de comprender, que todos estos microbios bípedos no
tienen ninguna importancia más que a sus propios ojos?
Mientras trabajen
contra el organismo, en el cual están alojados, están condenados al
aniquilamiento. Pero, si trabajan por la edificación del edificio común,
entonces, viven el pleno y único sentido de la vida. Para un microbio que
quiere participar, en la vida de un organismo, la importancia no está, en los
demás microbios, sino en el organismo mismo que es la Vida. La Tierra recibe la Vida del sol y no de otro
planeta.
Cristianos,
católicos, protestantes, adventistas, anarquistas, comunistas, naturistas,
idealistas, martinistas, rosacruces, masones, de todos los colores, de todos
los títulos, de todas las banderas, de todas las apelaciones, maestros,
ministros, prelados, todos. Sea cual fuera, pretenden representar la verdadera
vía de la verdadera Vida. Pero un título, una etiqueta, un templo, una
comunidad, una secta. ¿Pueden abarcar y
limitar lo ilimitado?
¿Qué esperan para reunir sus
esfuerzos si son verdaderamente
sinceros?
En la colmena, no
existe una jerarquía insolente, no hay más que trabajo.
Por fin ha conseguido comprender,
que sólo en esta tierra, no hay sitio para los sentimientos puros, íntegros,
precisamente espirituales. Algo de tierra se mezcla siempre en ello, por eso,
ha renunciado a los compromisos y a los amores de este mundo.
Pero esto, no le ha sido fácil con
su aguda sensibilidad, su corazón expansivo y afectuoso, su alma emotiva que
anhelaba amigos y amigas, tenía la informulada esperanza de encontrar una joven
de gustos nómadas, sana, fresca y sencilla, que fuera su compañera eterna de
viaje. Otra mitad de su alma cuya unión le completaría.
4a Dimensión del Conocimiento de sí mismo
Cassette
Nº 10 Lado “B”
¡ PENSAMIENTOS –
MEDITACIONES !
En este mundo de
sueños, bendita sea la pesadilla que nos despierta a la verdadera Vida Eterna,
la Vida del Espíritu.
Mi cuerpo, se
subleva bajo el yugo, se encabrita, resopla, pero no importa quiera o no
quiera, debe someterse. Es demasiado ignorante y demasiado provisional para
pretender ser escuchado por mí. Que
muera antes que consiga desbocarse y arriesgue la preciosa existencia del
jinete. Que se destruya el vehículo, antes de poner la Vida inteligente en
peligro. No cabe pensar en sacrificar lo
eterno a lo transitorio.
La dieta
aligera el espíritu, el cuerpo se afina y se hace receptivo a las radiaciones
sutiles, se deja conducir dócilmente, vuelve a ponerse en su verdadero puesto,
vuelve a su verdadero papel de fiel y
obediente servidor del alma. Todas sus fuerzas se consagran únicamente al
progreso del que le habita y le anima.
No se atreve más a manifestar su ciega e instintiva voluntad de animal
impulsivo, sensual e inestable. Tiene
consciencia de su indignidad y se siente lleno de humillación, ante la nobleza
del espíritu que descendió, hasta su mezquina pequeñez.
Liberado de la
ilusión de la identificación, el jinete, vuelve a encontrar la alegría de la
libertad, de la independencia, de la fuerza libre, llena de consciencia.
Entonces los
mequetrefes y los perrillos que ladran a
su paso, no le hacen volver más la cabeza, ni los otros caballos le interesan
más. A veces los otros jinetes pasan sin
que él los mire, ningún orgullo, ninguna afectación. Su mirada está fascinada por el esplendor tan
profundo del cielo que le domina. Sondea tan profundamente, que ni siquiera
siente su nerviosa cabalgadura, afinada por la dura disciplina a que le ha
sometido.
Que importan una
madre, una esposa, unos amigos, una patria, una vivienda, una seguridad
material cualquiera. ¿La salud misma, no
se encuentra barrida como una hoja, cuando llega su hora?
¿Porque darle
importancia a todas las “comillas" de este mundo?
Confianza en el
Todo y la hoja, la partícula, el átomo y el electrón mismo, no podrán ser,
perturbados, en la Esencia Eterna.
El mundo
decrépito, se derrumba. El que se apegue
a la materia, se reduce a polvo con ella. Una civilización de hierro viejo, de
dinero, de finanzas, de intereses personales, de ambiciones egoístas, de
dominación, de violencia.
No es más que un
teatro, una caricatura, un desorden disolvente. Cuando la astucia y la mentira,
triunfan sobre la virtud, la consciencia y
la generosidad, entonces el espíritu hastiado abandona el cuerpo a su
decadencia, y vuelve al limo informe y fecundo
para nuevas experiencias.
Una
civilización de oro y dólares se atolla y se apaga ¿Qué importa?
La Luz Eterna del Espíritu, no se encuentra por eso disminuida. Ni
siquiera atenuada. Ella es todo. El
Absoluto. El Ilimitado.
Ella anima por
un tiempo al vegetal, al animal, al hombre, a los seres que crecen en
experiencia y pierden sucesivamente
las formas, habiendo cumplido su ciclo de crecimiento y de disminución. La primavera y el otoño, el flujo y el
reflujo.
La noche y el
día. La luna creciente y menguante.
El grano enterrado y resucitado.
Hojas secas y brotes nacientes. Inundaciones y volcanes. La serpiente ve su piel agrietada, soltarse y
se siente renovada, como el árbol en su nueva corteza. Después de haberse
recluido en su capullo, la oruga inválida, se ha metamorfoseado en una
espléndida mariposa ebria de sol.
Muerte de la forma
substancia. Nacimiento del espíritu esencia. ¿Nacimiento?.
¿El círculo tiene un comienzo y un
fin?
¿Muerte? ¿El sol nació esta mañana? ¿Llovió anoche?
Adonaí el Eterno, el viviente por Él
mismo.
Yo Soy El que
Soy, Dios. Los dioses, Alfa y Omega, el
Comienzo y el fin. La fuerza que crea y la fuerza que
destruye. La potencia que protege y la
que castiga. El infinitamente pequeño y
el todo indivisible. Tres personas en un solo Dios.
Deja a los
insensatos matarse entre ellos, dañarse, destruirse, cebarse de sangre y de
despojos. Deja a las bestias con las
bestias. Deja que los muertos entierren
a sus muertos. Deja a la sombra con las
sombras. Deja al loco correr a su
perdición. Deja al orgulloso proclamar
su fuerza. Deja al avaro incubar su
tesoro. Deja al violento golpear a sus
anchas. Ninguno escapará a la cosecha que ellos han sembrado.
El obrero es
digno de su salario.
¿Qué son unos
años de tu miserable existencia, en la eternidad del tiempo?
¿Qué te importa la injusticia aparente y provisional
de algunos años?
¿Qué te importa ser afamado,
golpeado, estar hambriento, temblando de frío, sin refugio, sin lecho, sin
cariño?
¿Qué te importa que el fruto de tus
penas, de tus privaciones, de tus sacrificios, de tu trabajo te sea arrebatado en nombre de la Ley?
¿En el nombre de la justicia de los hombres?
¿Que te importa si eres traicionado
por tus semejantes?
¿Que te importa ser despreciado,
traicionado, abandonado?
¿Qué te
importa? ¿Te quitan tu clínica?
Dales también tu
abrigo y pide a Dios que se apiade de su imbecilidad y perdone el crimen de los
insensatos. A la vista del mundo, se han construido una fachada de reputación,
de sabiduría, de respetabilidad, son perdonables de tomarse ellos mismos en serio. ¿Cómo va a conocer un necio su necedad? Deja a su orgullo y a su ambición reinar en
este mundo.
Ya tienen su
recompensa, que se cobren cómodamente y despojen al inocente. Se sienten fuertes en manadas, como los lobos, se embriagan con sus propios
alaridos, sus copiosos banquetes, su confort, su seguridad social, tapizada de
garantías, de contratos, de documentos legalizados. Sólidamente sostenidos por registros, por
apoyos, por aprobaciones, por consagraciones administrativas, conforme a las
reglas de buenas costumbres, de la "gente bien" enriquecida y
respetablemente clasificada, en una sociedad solidamente cimentada.
Toda esta fuerza
jerárquica. ¿No los acredita como los mejores representantes, de una
civilización bien ordenada?
Si existen
corazones o sentimientos particulares o individuos débiles fuera de casta que
se encuentren rechazados o aplastados, no es culpa de ellos. Es la sociedad que está constituida así.
¡Gloria a los fáciles, a los poderosos, a los vencedores, a
los que saben hábilmente unirse para dominar, para acrecentar sus bienes!
¡Ay de los necios aislados, que se
fían de la justicia de sus conciencias!.
¡Ay de los que
no se inclinan ante la justicia de los hombres!.
Desechados,
desterrados, expulsados, servilizados, aplastados... Jesucristo fue también uno
de ellos. El no se ha sustraído a la Ley
de los hombres. Ha tolerado. Su ejemplo sublime traspasa la sabiduría
humana.
Tolerar todo de
los hombres para merecer todo de Dios, y no es un engaño. El engaño, es el pacto, que la gente buena
acepta.
Yo, he
querido trabajar laboriosamente en nuestro mundo de comediantes. He querido ganar dinero, economizar, privarme
de las alegrías más elementales y más legítimas. Jamás un afecto, ni un hogar, ni
relajamiento, ni distracciones, ni buena comida, ni buena bebida, ni amigos, ni
seguridad, vida errante continua,
trabajos serviles y lo peor retribuidos, a veces hasta no retribuidos. Deseos de instruirme, de educarme, búsquedas
incansables, meditaciones persistentes para penetrar en el misterio del
sufrimiento, del dolor, de las penas, del aislamiento.
¿Qué puede
tener un patrón de ese indigente?
Después, la trampa mercantilista de las fronteras. La policía activa hacia el errante,
blandiendo la espada contra el harapiento que tiembla de frío y de fiebre.
¿Has venido a
cazar leones?
Dijo
humorísticamente un respetable comisario de policía, que sacrificaba todos sus bienes para
intentar vivir independiente, sobre una tierra pantanosa, vendida demasiado
cara, por un hábil grupo de negociantes que otorgaban a una tierra inculta, el
seductivo título, de lote. Robo hábil de
estado, contra el cuál el infeliz no es más que un carnero, para producir la
lana y para derramar su sangre cuando el interés de los industriales declara,
“Que la patria, está en peligro".
Estafa sancionada por leyes decretadas por los detentadores del poder.
Los más fuertes y los más hábiles se imponen al gobierno y
presiden a la constitución de las leyes, evidentemente “erigidas” para
consolidar sus privilegios en contra de los fuera de casta y de los parias.
El derecho del
más fuerte, es la base esencial de la sociedad, pero los corazones puros, así
como los pajarillos, las cigarras y los grillos y las mariposas, cantan
eternamente a la gloria de la vida, de los cielos y del creador.
La ambición,
los crímenes de los hombres pasan, sus cuerpos desaparecen y nadie se acuerda
de ellos, ni los pájaros, ni el cielo. Pero el sol brillará eternamente.
El campo
eterno, vibra regularmente en el infinito.
El día sucede a la noche, el verano al invierno, el nacimiento a la
muerte.
¿Qué importan
los insectos bimanos, los efímeros mariposones?
El hombre dice:
"Yo soy el amo", pero se lamenta en cuanto le falta mantequilla en su
pan, pimienta en su salsa, jabón para lavarse y cuando se ve obligado a
sacrificar una hora de descanso. No
contento de sus necesidades, se sojuzga voluntariamente a vicios, que lo
degradan por debajo del animal y canta victoria entre el hipo de su borrachera.
Para ser
considerado de los poderosos, de la gente bien chévere y de sus jefes, es capaz
de traicionar a su mejor amigo, a su compañera, a su hermano, a su madre.
Su seguridad
material le parece digna de todas las traiciones, de todas las cobardías.
Bien afeitado,
bien encorbatado, bien apretado en estrechos ropajes, dispuesto a todo por
obtener una distinción, una gratificación, un título de superioridad, se
preocupa hasta la tortura, en disfrazar su baja animalidad bajo una ostentosa
distinción, se adorna como un cortesano, se pinta el rostro como un enfermo
lívido.
El mundo ha
llegado a ser un foco de hipocresía, de duplicidad, eterno ciclo de acción y de
reacción, del valor y de la cobardía.
Una
nación entera prostituyéndose con una acogedora sonrisa de cortesana.
Complacencia mostrada al aire libre.
Después, la ambición egoísta y rapaz de los individuos, precipitándose a
la cabeza de los partidos o fundando otros nuevos para tener en ellos un papel
preponderante. Protecciones, complicidades, publicidad beligerante, para las conciencias complacientes.
Sórdidas
conspiraciones para gobernar, maniobrar, actuar sobre las finanzas, la
industria, el comercio, la muchedumbre. Especulando sobre la avidez, el odio,
la envidia. Imponiendo falsas divisas.
Reaccionando y requisando aquí, para volver a vender más lejos, a precios quintuplicados,
decretando penurias y almacenando tan meticulosamente, que los
amontonamientos de mercancía se deterioran, se pierden.
Erizando las
fronteras con redes finas y apretadas y pareciendo
ignorar las transacciones provistas de sellos oficiales, gubernamentales, que
encubren la gran industria, la banca y la alta finanza.
Funcionarios
pequeños, miserables, serviles, mezquinos, hambrientos, como peones bimanos y
altos funcionarios, amos absolutos, árbitros terribles que controlan el alto
tráfico. Hombres de paja bien
protegidos, invulnerables.
Gran publicidad
de depuración, agrandando los fraudes y actos minúsculos. Espectaculares llamamientos al sacrificio, al
trabajo, a la abnegación y al
patriotismo. Pero cada uno saciándose en todos los pesebres, grandes traiciones
encubiertas con la armadura de la virtud,
de la incorruptibilidad.
Los fuertes,
los poderosos, los que han proclamado su honor y su abnegación casi su
puritanismo, en nombre de una Ley todopoderosa
y sin recurso acaban de despojar las ruinas y los harapos que se adhieren a las
débiles garras de los pequeños y de los oscuros.
El rebaño
pretende conservar aún un poco de lana, pero afortunadamente, la Ley es fuerte y bien servida, no se deja ablandar.
Además, la
culpa es de la mala época que atravesamos, no de nuestros abnegados
representantes en el poder. Después de
una guerra tan terrible, podría ser; pero, los comunistas dicen "No
queremos a Dios en nuestras escuelas"
Los católicos
dicen: "Los comunistas son unos demonios y unos asesinos" curiosa
época, verdaderamente.
Carl Marx ¿No
glorificó la espléndida dignidad humana, su fraternidad, su unión, su
elevación, no proscribió la riqueza personal,
la explotación de los humildes y
de los débiles, no ha predicado el sacrificio, la ayuda mutua por ejemplo?.
¿No ha venerado
la unidad fraternal de todos los hombres, fuera de todo privilegio, de todo
despotismo, de toda crueldad, de toda injusticia y de toda casta?
Jesucristo, no
ha dicho "Bienaventurados los humildes y los oprimidos" "Aquel
que se crea mayor entre vosotros, sirva a sus semejantes".
"Es más
fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el
reino de los cielos”.
No hay que llevar mas que una sola
túnica, no os preocupéis por el mañana.
Entonces: ¿Por qué los discípulos del primero pretenden
suprimir a Dios? y ¿por qué los admiradores del segundo se matan entre sí, por
cuestiones políticas de este mundo?
El Cristo ha dicho: “Sois todos
hermanos".
En último
recurso, el ser humano se acerca, sin
embargo a Dios, pero entonces, le hacen falta ceremonias pomposas, una
religión grandiosa, pedrerías, riquezas, gran presentación. Los lobos y los
zorros tienen guaridas, pero el hijo del hombre no tiene piedra donde reposar
su cabeza.
¡Ya llega! ¡No
lo oís! ¡Dicen, no! Hipócritas y
cobardes que sois. El orgullo,
únicamente los hacen vivir, predican virtud, practicando vicio, verdad,
engañando. Dulzura, violentado, bondad,
asesinando. Víboras, asesinos, vuestros
alaridos no engañan a nadie, ni siquiera a vosotros mismos.
Pero
no se preocupen, la gran depuración se acerca, la gran cernida, vuestro propio
desorden va a purificarlos y a triturar vuestra vanidad. Gritarán una vez más.
¡Injusticia! Pero oirán el eco en vosotros mismos: ¡Justicia!. Mientras más
griten, más oirán.
Carl Marx,
discípulo de Jesús, fue un reformador, o
sea, un regenerador como todos los profetas. Krishna ha venido para restituir a
su pureza inicial, la Divina Doctrina Védica. Buda, vino a su vez, cuando la
letra, una vez más iba a matar al Espíritu de la Ley.Jesús, no ha venido
también, no para abolir la Ley, sino para cumplirla. Moisés, traer la Ley de Justicia. Rama Krishna, Vivekananda, Gandhi
Amana Majachi, Majarichi.
En cada hora
grave de declinación, de oscurecimiento, de olvido, nace un salvador, un mesías, un ungido, un mensajero, a la medida del pueblo decadente. Cada país,
como cada época tiene su salvador encarnado, a su medida, a su temperamento, a
sus costumbres, a sus limitaciones, a su comprensión. Simple, puro, claro,
natural, desapegado, libre, lleno de compasión.
Él insufla la
vida Eterna, trae la fuerza de arriba.
Es el transmutador de lo sublime,
humaniza lo divino y diviniza al
hombre.
Los hombres
crean capillas, sectas. Partidos, ostracismos, patrias, fanatismos,
barreras, fronteras.
Él, El Hijo del Hombre anuncia "Sois todos
hermanos”. La vida es una. Amaos
los unos a los otros. No declarar impura ninguna de las cosas que ha
creado Dios.
Sin embargo, el
yugo de los hombres perversos es pesado de llevar. El pensador y el hombre de
corazón se afligen de ver la miseria del hombre que oprime a sus semejantes.
Miseria y dolor es la existencia.
Sufrimiento y dolor son inseparables del
mundo de las sensaciones. Hay pues, que extirpar el deseo. Disecarle, aniquilarle, no dejarle más sitio,
permanecer imperturbable y sereno a través de las tormentas de las pasiones, de
las solicitudes, de las tentaciones del mundo.
Tranquilo, desapegado, en medio de los torbellinos. Hay que transmutarlo. Hay que ser silencioso, solitario, puro,
inmutable como lago de montaña.
Censura,
alabanza, amor, odio, placer, angustia, tumulto, abandono, hambre, miseria,
detención, enfermedades, deben ser considerados, como los huracanes, el granizo
y la nieve, precipitándose sobre las
rocas sin otros resultados, que el de pulir los ángulos y el de redondear los
contornos. Estos son los beneficios de
la persecución; afinarnos y pulirnos.
Los países de
las máquinas, de la finanza, de la industria, de los placeres ruidosos y de la
violencia, están considerados, como inagotables manantiales de amargura, de
crímenes, de lágrimas y de sangre.
Entonces,
abandonad definitivamente sus prejuicios, sus costumbres. Apartad para siempre los ojos y el
pensamiento de sus pérfidas seducciones, de sus hábiles mentiras y de sus
falsas grandezas.
Patria,
moral, religión, leyes, ética, derechos,
deber. Cortar y apartarse. Buscar la enseñanza y la compañía de los
verdaderos sabios, los que son refractarios a las debilidades de las
multitudes. Los que se bastan con
algunas frutas, con un taparrabos o con un slip. Los que se lavan en un arroyo que socorren a
los desgraciados y que no despierten ninguna codicia en los envidiosos.
Que permanecen
serenos ante las mayores seducciones de la carne, de la fortuna, que sabrán
callar y vivir solitarios, que aman a todos los seres, sin distinción de rango,
de credo o de raza y que consideran a
toda la creación como un magnífico jardín de varias flores que contribuyen por
si solas a la luminosa belleza del conjunto.
La sabiduría
está en aquellos que tienen la dicha de amar y gozar plenamente. De no tener deseos ni codicia. Sujeciones ni odio, envidia ni
arrepentimiento del pasado ni grandes esperanzas en el futuro. Los que se deleitan en la contemplación de
las maravillas de la creación lejos de las hordas sacrílegas de los hombres.
Se derrochan las fuerzas para
hacerse de un sitio en la sombra.
Defiende uno encarnizadamente sus bienes, se preocupa por una familia,
por una situación, por el porvenir de los hijos, después, todo acaba 6 pies
bajo tierra.
En el momento de dejar todo, se da
uno cuenta, que nada se ha poseído propiamente y que no se ha podido gozar de
la menor cosa, debido al pensamiento envenenado por las rivalidades, la envidia
de los demás y las inquietudes continuas.
Mientras busquemos la felicidad en
este mundo, donde todo es transitorio, fugitivo, pasajero, iremos de decepción
en decepción y persistimos a pesar de todo, en desear lo estable, en el dominio
de lo inestable.
En cuanto creímos haber llegado a la
paz o a la alegría, nos vemos frustrados inexorablemente del fruto de nuestros
penosos esfuerzos. Llega la vejez y la hora de la muerte, entonces nos damos
cuenta de que toda nuestra gran existencia de agitación y de pesares, no ha sido más que un engaño.
Hemos recorrido tras vanos
espejismos que no existían más que en nuestra propia mente o en nuestra propia
imaginación.
Nuestro pensamiento, nos ha
forjado un mundo artificial,
inexistente, en el que con esa presunción, hemos creído tener un papel
preponderante con plenitud y serenidad.